Tras los resultados preliminares de Pfizer y Moderna, los resultados de la vacuna Oxford/AstraZeneca mostraron una eficacia del 70% en los resultados preliminares que corresponden a un análisis independiente llevado a cabo con los datos disponibles el 4 de noviembre.
Estos mostraron que la vacuna tiene una eficacia con diferencias según las dosis utilizadas. Si ambas eran completas, el porcentaje se reducía hasta el 62%. Si la primera dosis se reducía a la mitad, la cifra aumentaba hasta el 90%.
En este caso, la eficacia alcanza el 90 % según las dosis utilizadas, tal y como asegura la nota de prensa. No se ha revelado el número de voluntarios que contrajeron la COVID-19, por lo que resulta difícil evaluar la potencia estadística de los porcentajes. Aun así, sus responsables aseguran que su vacuna también podría reducir la transmisión del coronavirus.
Algunos investigadores consideran estos resultados contraintuitivos y merecedores de más estudio. “La menor eficacia al dar dos dosis completas podría estar relacionada con una inmunidad desarrollada frente al vector, pero habrá que esperar a los datos publicados para ver si es el caso”, teoriza el investigador de la Universidad de Reading Ian Jones en declaraciones al Science Media Centre.
El investigador de la Universidad de Leeds Stephen Griffin considera que esto sería “fácilmente solucionable si se usa la dosis ajustada” y que “no tiene relación con la seguridad”. En cualquier caso, todavía no se sabe si recibir menos dosis afectará a la duración y calidad de la protección recibida. Tampoco si la eficacia del 90% obtenida en este subgrupo de 3 mil participantes es estadísticamente robusta.
El equipo de Oxford/AstraZeneca no ha revelado el número de infectados con los que se han calculado estos números, pero sí que espera conseguir más casos antes del análisis final. También ha asegurado que investigaciones futuras permitirán determinar la duración de la protección y que no se detectaron problemas de seguridad serios. Esto último es importante si tenemos en cuenta que se tuvo que parar el ensayo en septiembre por una posible reacción adversa que días después se descartó.
Además, consideran que el régimen que más eficacia mostró (media dosis y luego una dosis completa) podría ayudar a prevenir la transmisión del virus, debido a las tasas más bajas de infecciones asintomáticas observadas entre los vacunados. Añaden que revelarán más información en este sentido con la próxima evaluación.
El análisis de estos datos se basa en los resultados de la fase I/II que fueron publicados la semana pasada en The Lancet. En ellos se mostró que la vacuna induce una respuesta inmunitaria fuerte en todos los grupos de edad, incluyendo en personas de más de 70 años, y es segura. Además, el equipo ha asegurado que está enviando el análisis completo a revisión por pares para su publicación al mismo tiempo que comparte los datos con todos los reguladores del mundo para su aprobación futura.
Eficacia no es lo mismo que efectividad
El ensayo clínico de Oxford/AstraZeneca cuenta con más de 24 mil participantes de Reino Unido, Brasil y Sudáfrica y se dirige ahora hacia su análisis final. Existen pruebas en marcha en Estados Unidos, Kenia, Japón y la India y el equipo espera lograr 60 mil voluntarios antes de que acabe el año. Con estos números, confían aportar más información a los reguladores sobre la eficacia y seguridad del producto, así como su capacidad de proteger y detener la transmisión del coronavirus.
Como con las vacunas de Moderna y Pfizer, conviene recordar que la eficacia que muestran estos productos en las condiciones ideales de los ensayos clínicos no será igual que la efectividad que muestren una vez se empiecen a utilizar a gran escala en condiciones reales.
“La gente estará tentada de comparar las eficacias entre las vacunas, pero debemos recordar que estos son datos preliminares diseñados para lograr la aprobación. Eficacia no es lo mismo que efectividad y los números iniciales cambiarán conforme las vacunas se introduzcan”, asegura la investigadora de la Universidad de Birmingham (Reino Unido) Zania Stamataki.
En este sentido, la investigadora del Imperial College de Londres Azra Ghani cree importante señalar que las diferencias en la eficacia observadas entre Pfizer, Moderna y Oxford pueden deberse a que las dos primeras empezaron a reclutar voluntarios a finales de julio, mientras que la universidad británica comenzó en mayo.
Adenovirus vs. ARNm
Mientras que las vacunas de Pfizer y Moderna utilizan una nueva tecnología basada en ARN mensajero, la de Oxford está hecha a partir de una versión atenuada de un adenovirus, uno de los responsables del resfriado común. Este ha sido modificado para que no pueda crecer en seres humanos.
Este tipo de vacunas han sido investigadas y utilizadas durante décadas, por lo que se sabe que son estables, fáciles de producir, transportar y almacenar. De hecho, se pueden guardar a temperaturas de nevera (de entre 2 y 8 ºC). Los responsables de Oxford/Astrazeneca confían en que esto permita una distribución más sencilla, desde centros médicos a farmacias, y una ventaja competitiva respecto a las de Pfizer y Moderna, que requieren temperaturas de -70 ºC y -20 ºC, respectivamente.
“[La vacuna de Oxford] tiene beneficios sobre las otras dos en términos de distribución. Las condiciones de almacenamiento más flexibles reducirán las vacunas desperdiciadas debido a fallos en la cadena de frío, inevitables con las de ARNm”, asegura el investigador de la Universidad de Warwick Ayfer Ali. “Además permitirá usar nuestra infraestructura de distribución de vacunas sin necesidad de ajustes, algo especialmente adecuado para regiones en desarrollo por su menor coste y logística más sencilla”.
Oxford/AstraZeneca asegura que la producción de la vacuna ya está en marcha en diez países para asegurar el acceso global equitativo, con acuerdos para generar 3 mil millones de dosis.