Junto a pipetas, probetas y matraces, en el laboratorio 114 del Centro Nacional de Biotecnología hay una pantalla que muestra en busca de una vacuna efectiva contra el nuevo coronavirus, en tiempo real, la evolución del brote de coronavirus que surgió hace unas semanas en China y ya se ha convertido en una alerta global.
Aquí, todos están pendientes de los movimientos de este nuevo patógeno. Quieren saber cómo se comporta, cuáles son sus particularidades, si guarda algún as en la manga… Cualquier dato puede ser clave para estos científicos, que llevan años estudiando cómo hacer frente a una amenaza como la que se ha desencadenado en Wuhan.
Afortunadamente, la experiencia con SARS y MERS, dos primos cercanos del nuevo coronavirus, ha puesto a estos científicos en una situación de ventaja. Y ya avanzan a buen ritmo en la creación de una versión atenuada del virus que permita producir una vacuna.
“Nuestro equipo fue el primero que en el año 2000 desarrolló un sistema de ingeniería genética que hace posible modificar coronavirus”, explica Isabel Sola, directora del Laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (Madrid), que pertenece al Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Esta herramienta, continúa, ya ha permitido a su grupo crear virus debilitados de coronavirus como el MERS que, en modelos animales, confieren inmunidad frente a la infección.
De momento, no se ha desarrollado una vacuna contra estos coronavirus, ya que el proceso es largo y costoso. Sin embargo, si fuera necesario por una situación de emergencia, estos plazos podrían acortarse, señala.
Es por la mañana y el laboratorio está en plena ebullición. Mientras algunos investigadores trabajan en el ordenador, otros deben verse las caras directamente con los coronavirus. Y, para ello, tienen que trasladarse a las instalaciones con nivel de bioseguridad 3 que existen en el centro madrileño.En esta zona, todo debe manipularse usando un equipo de protección y bajo un estricto protocolo de seguridad. Porque el objetivo es que ninguno de los agentes potencialmente letales que manejan pueda escaparse al exterior.
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Cambio de percepción
“Hasta principios del siglo XXI se conocían cuatro coronavirus que infectaban a humanos y se pensaba que sólo causaban resfriados comunes. Sin embargo, la llegada del SARS y luego del MERS cambió nuestra percepción de que los coronavirus sólo eran productores de infecciones leves”, aclara Sola. “Ambos demostraron su poder para generar infecciones graves. Y este nuevo coronavirus pertenece a la misma categoría de coronavirus respiratorios con capacidad para provocar infecciones que pueden terminar en muerte. Debemos ser cuidadosos con ellos”, subraya.
Sola, que lleva más de 25 años estudiando las habilidades de los distintos coronavirus, remarca desde su puesto en el laboratorio, que todavía es pronto para saber qué pasará con el brote. “Los datos aún son provisionales y la idea que tenemos sobre el virus puede ir cambiando”, expone.
Por ejemplo, señala, la información disponible hasta ahora sugiere que se trata de un coronavirus que se parece mucho al SARS -con quien comparte la gran mayoría de su código genético- y que, sin embargo, resulta menos letal que este primo cercano (sus tasas de mortalidad rondan el 2%, mientras que el SARS registró una media de 10%).
Más agresivo en mayores
También parece que, como en el caso del SARS, el nuevo coronavirus resulta especialmente agresivo en personas mayores, que ya tenían otro tipo de problemas médicos previos. Sin embargo, este nuevo virus parece tener una mayor habilidad para el contagio entre las personas que el resto de sus parientes.
“Con el SARS vimos que la transmisión se daba, fundamentalmente, en entornos hospitalarios o familiares, por un contacto estrecho. En el caso del MERS el contagio es, principalmente, de camello a humano. Pero con este virus, los datos que tenemos sugieren que hay una transmisión entre humanos que no necesita un contacto tan estrecho, se produce en comunidad, como ocurre con otras enfermedades como la gripe”, añade Sola, quien, con todo, subraya que aún es pronto para sacar conclusiones definitivas sobre el comportamiento del patógeno.
“Los números van cambiando constantemente, los estamos viendo a tiempo real. Y, a veces, la información que se obtiene de los datos provisionales cambia cuando se hace un análisis a posteriori, con toda la información en su conjunto”.
Llamada a la calma
De cualquier forma, Sola recuerda que no hay razones para el pánico. Por un lado, apunta, “China parece haber aprendido la lección con el SARS” y ha reaccionado de manera bastante rápida y transparente, con medidas excepcionales como el aislamiento de ciudades. Pero, además, añade, España está preparada para hacer frente a casos como el que se ha notificado en La Gomera, tanto desde el punto de vista de la atención a infectados como del control de la transmisión del virus.
“Sí, es un virus que tiene capacidad para hacer daño y debemos estar vigilantes para minimizar los riesgos. Pero, más allá de estar preparados, no es bueno preocuparse”, remarca Sola.
Desde hace unos días, el equipo de Sola dispone de la secuencia completa del nuevo virus, y, con la experiencia del SARS, ya se están preparando para buscar “de forma dirigida” los genes implicados en su virulencia con el fin de manipularlos y dejarlos fuera de combate.
El camino hacia la vacuna
“Nuestro objetivo es hacer una vacuna con un virus que sea capaz de replicarse y, por tanto, despierte la reacción del sistema inmune, pero luego pierda la capacidad de transmisión. Es un sistema suicida para el virus, por lo que es muy efectivo y seguro”, señala la investigadora.
Hace muy poco tiempo que conocemos al coronavirus de Wuhan -de hecho una red de expertos en la que está Sola aún está decidiendo su nombre-. Y, sin embargo, la comunidad científica ya tiene herramientas para hacerle frente, insiste la científica, quien subraya que es en estos momentos cuando se demuestra la importancia de apostar por la ciencia básica. “Si hoy sabemos tanto sobre este nuevo virus que acaba de surgir es porque muchos investigadores llevan mucho tiempo, a veces con pocos apoyos y recursos, investigando amenazas de este tipo“, reivindica. “Hay que tenerlo en mente. ¿Qué haríamos? ¿A quién acudiríamos para pedir ayuda si no tuviéramos todo ese conocimiento?”.
Fuente: Diario Médico