Un equipo de las universidades del MIT y de Harvard trabaja en su consecución desde hace semanas en mascarillas detectan COVID-19 con sensores en tiempo récord. Aún se encuentran en fase de pruebas, pero aseguran que los resultados son muy prometedores y que podrían distribuirlas a finales del verano.
“Pruebas, pruebas y pruebas”. Lo dijo el director general de la OMS, Adhanom Ghebreyesus, en marzo. Todos los países deben hacer pruebas para detectar los casos de coronavirus y así tener un mayor control sobre la enfermedad.
Quizá no sea una tarea fácil y muchos países no lo han hecho por este motivo. Los sistemas de detección actuales son lentos y costosos, como los PCR, o no detectan el virus siempre, como la serología. Son mejor que nada, sin duda; pero para mejorarlos se están investigando otros métodos más rápidos. Escáneres, drones, o los más novedosos que emplean sensores en los cascos de la policía o en la ropa son algunos de ellos.
Conocemos ahora el caso de unas mascarillas que detectan COVID-19. Ahora que su uso está cada vez más extendido, y que en algunos países como en España es obligatorio, su noticia es más interesante y útil que nunca. ¿Imaginas que tu mascarilla, esa que llevas contigo a todas partes, te indica si te has contagiado?
Pues no es una fantasía, sino que está más cerca de lo que crees de convertirse en realidad. Un equipo científico de las universidades del MIT y de Harvard lleva semanas trabajando en ello. Aún se encuentra en fase de pruebas, pero afirma que los resultados son prometedores y que podrían distribuirlas al público a finales de verano.
“Nos encantaría que fuera antes, pero nuestro equipo es relativamente pequeño”— señala Jim Collins, quien lidera la investigación, a Business Insider—. “Trabajamos tan duro como podemos”.
¿Cómo es posible que lo reconozcan?
La clave está en unos sensores que llevan incorporados. Estos sensores están diseñados para reconocer al virus cuando una persona infectada respira, tose o estornuda. Las partículas que se emiten entran en contacto con los sensores, donde previamente han registrado la secuencia genética del virus.
Esta detección podría durar varias semanas a temperatura ambiente. Para su consecución, graban el material genético en la tela o el material de la mascarilla mediante una máquina, el liofilizador, que también se utiliza, por ejemplo, en la conservación de alimentos.
¿Y después de detectar el virus?
Las mascarillas detectan COVID-19 y después se encienden. De momento, eso sí, la señal que emiten es muy leve y apenas es visible a simple vista, por lo que en los experimentos que realizan en el laboratorio utilizan un aparato que ayuda en la tarea, el fluorímetro. Entendemos que parte del trabajo que tienen por delante pasa por perfeccionar este aspecto.
No obstante, el horizonte es positivo. En otra investigación similar en 2018, liderada también por Jim Collins en el MIT, consiguieron detectar varios virus y que los sensores del laboratorio se iluminaran en diferentes colores, de amarillo a morado. ¿Lograrán lo mismo en las mascarillas?
Sus ventajas principales: rápidas y asequibles
Sin duda, resultaría muy cómodo. Sobre todo, porque a diferencia de otros métodos de detección, éste es casi instantáneo en su diagnóstico. Según las estimaciones del equipo que lo desarrolla, en dos o tres horas ya puede confirmar la presencia del virus; un tiempo considerablemente inferior a los PCR, cuyo diagnóstico puede demorarse 24 horas, incluso más, además de tener que enviar las muestras a un laboratorio para analizarlas.
Si buscamos métodos más rápidos que los PCR, existen, sí; pero son menos fiables, debido a que no evalúan el virus, sino sus síntomas. La serología permite conocer si una persona ha desarrollado anticuerpos contra esta enfermedad, pero éstos no surgen de inmediato nada más contagiarse, sino que tardan aproximadamente una semana. En el caso de los sistemas que miden la temperatura corporal, detectan fiebre, que suele producirse al enfermar de coronavirus. Pero sabemos que hay personas que están infectadas y que no la presentan. ¿Sirve un sistema que sirve para detectar la mayoría de los casos, pero no todos?
Su alternativa, los PCR, resulta muy cara. En la sanidad pública, su coste puede ser de unos US$35, pero este tiempo ha sido una posibilidad muy limitada para los ciudadanos de a pie. Los que han querido hacerlo han tenido que recurrir, a menudo, a un laboratorio privado, cuyo coste está por encima de los US$50. En cambio, las mascarillas que detectan COVID-19 serán bastante más económicas.
¿Te gustaría disponer de una de estas mascarillas? Si se cumplen sus previsiones, no queda mucho para que puedas adquirir una.